lunes, 27 de mayo de 2013








FERIA TAURINA DE CÓRDOBA

     VENTURA SUMA OTRA PUERTA GRANDE DE PRIMERA

L.R.G.

Ganadería: seis toros de "La Castilleja" bien presentados y de buen juego en general.
Andy Cartagena: pinchazo y rejón (oreja) y pinchazo y rejón ( dos vueltas al ruedo tras fuerte petición).
Diego Ventura: rejón ( dos orejas) y rejón ( oreja).
Leonardo Hernández: pinchazo y rejón ( ovación con saludos) y rejón y dos descabellos ( oreja).
Incidencias: Menos de media entrada. Ventura salió de la plaza a hombros.

Se ha celebrado el segundo festejo del abono de la feria cordobesa de Ntra. Sra. de la Salud. Hubo un tiempo en que las corridas de rejones salvaban el presupuesto taurino ferial, pero en Córdoba,  parece que ya no tienen ese tirón suficiente para llevar gente a la plaza, y eso que la afición al caballo en esta tierra es muy acusada.
El cartel de esta tarde es, al día de hoy, el mejor rematado de todas las combinaciones posibles en cuanto a festejos de rejones. Por eso es menos explicable.
Diego Ventura, que lleva una campaña arrolladora, vino a conquistar la puerta grande y desde el primer encuentro demostró porque está en el lugar que está. Fácil y poderoso a la vez hizo enloquecer al público con el toreo de costado llevando al toro cosido al estribo. No faltaron banderillas largas y cortas, siempre con una alegría que conecta enseguida con el público y que este agradece con fuertes ovaciones. El rejoneo moderno necesita de esa comunión entre el jinete y el respetable y el éxito está asegurado cuando las cosas se hacen bien. Y así lo hace Ventura.
En primer lugar actuó Andy Cartagena que estuvo correcto en su labor pero abusando de los alardes de doma con sus caballos que más bien parecía estar en una pista de doma vaquera que rejoneando. Esa insistencia en mostrar su dominio, quizás, le privó de una oreja en su segundo toro. Por lo demás lució, y bien, clavando banderillas en sus dos enemigos.

Leonardo Hernández que vio como su primer enemigo se desangraba por culpa de un rejón y terminó acunándose en tablas sin darle opción al joven jinete, tuvo la oportunidad de demostrar en el que cerraba el festejo, el mejor del encierro, un dominio total de las cabalgaduras y de las diferentes suertes destacando un par de banderillas a dos manos.

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