jueves, 22 de enero de 2015



  Un conocido, historiador y experto en grandes
 fotógrafos, a escrito esto sobre el vídeo de Ladis.
 


 Estimado
 A.J:
 Muchas gracias por
 este excelente documental sobre Ladislao Rodríguez
 Galán y
 su padre Ladislao Rodríguez Benítez, hecho con el
buen
 gusto y rigor que te caracterizan.
 Lo que ocurre es
 que hay veces en que no es fácil expresar con palabras
 la
 profunda emoción y admiración que uno siente al
 escuchar
 hablar a un pedazo de fotógrafo como Ladislao
 Rodríguez
 Galán, con 54 años de experiencia como fotógrafo
 profesional, con esa humildad y saber estar que
 engrandecen
 su auténtica dimensión histórica como uno de los
más
importantes fotoperiodistas en la historia de la
fotografía
 cordobesa y uno de los fundadores de la Asociación de
 Prensa Gráfica Española en 1978.
 Y es que se nota
 cuando hay pasión por la fotografía, enorme
 conocimiento y
 criterio, que es lo que posee a raudales este gran
 fotoperiodista, que destila fotografía por los cuatro
 costados y que tal y como expone, sigue emocionándose
 al
 máximo como cuando empezó, y cada vez que una foto
 suya es
 publicada, ello le llena profundamente y le produce una
 gran
 satisfación.
 Se percibe
 claramente cuando uno se encuentra con un
 fotoperiodista de
 los pies a la cabeza, que se entrega al máximo a su
 trabajo
 desde los albores de su carrera profesional hasta casi
 el
 mismo momento en que expira.
 De hecho, me he
 quedado acojonado.
 Creo sinceramente
 que el archivo fotográfico de este hombre constituye
 y
constituirá un muy importante legado, no sólo desde
 un
 punto de vista gráfico, sino también humano, ya que
 es
 historia viva de un modo de hacer fotografía que
 obviamente
 entronca con el de su padre Ladislao Rodríguez
 Benítez,
que fue su maestro y del que aprendió el oficio, y que
 a su
 vez se halla en mi opinión vinculado al modus operandi
 de
 fotógrafos como Robert Doisneau, Edouard Boubat,
 Willy
 Ronis, Walker Evans y otros muchos de la época dorada
del
 fotoperiodismo, es decir, darlo todo, patearse las
 calles y
 lugares donde se puedan hacer buenas fotografías, y
 tal
 como explica el propio Ladis, no tener horario, ya que
 la
 disponibilidad ha de ser permanente, con el sacrificio
que
 ello conlleva.
 Es impresionante el
 cariño y agradecimiento con el que Ladis habla de la
 época
 en que siendo un niño acompañaba a su padre mientras
 hacía sus reportajes, una fase que le marcó y generó
 en
 él su vocación por la fotografía, y además entraba
 con
 él en el laboratorio y su padre le enseñaba muchas
 cosas.
 Todo ésto es muy
 entrañable y muy importante. 
 Este hombre ha
 mamado la fotografía desde muy pequeño de un maestro
 como
 fue su padre, cuyo recuerdo e influencia más que
 trasciende
 el óbito y siempre estará ahí.
 Me he emocionado
mucho al ver la fotografía en blanco y negro de
Ladislao
 Rodríguez Benítez con su cámara entre sus manos
 conectada
 a un flash de magnesio de la época. Esa imagen se
 asemeja
 por momentos a un santuario y es impresionante la cara de
 felicidad de ese hombre formando un todo indivisible
 con su
 herramienta de trabajo, que conocía a la perfección y
era
 capaz de armar y desarmar con admirable pericia, ya que
 tal
 y como comenta Ladis, era un gran investigador de la
 fotografía.  No cabe ninguna
 duda de que las experiencias vividas tanto por
 Ladislao
 Rodríguez Benítez como por su hijo darían para
 escribir
 varias enciclopedias, y desde luego se puede aprender
 muchísimo de fotografía y de muchas otras cosas
 escuchando
 a Ladis.
 En mi caso, por
 lamentable ignorancia propia, no conocía su obra.
 Vocación
 autodidacta, necesidad irresistible ........
 Cuando uno escucha
 estas palabras, entra mucho bien por el
 cuerpo. 
 Hacer lo que a uno
 más le gusta, vivir de ello, amarlo profundamente y
 echarle
 ganas a raudales. Esto es toda una vida dedicada a la
 fotografía, enmarcada con letras de oro por la
 sencillez de
este hombre que a sus 67 años proclama a los cuatro
 vientos
que todavía le queda muchísimo por aprender y que
 sus
 principales armas son poner mucha voluntad y ser
 honrado en
 su profesión.
 Por otra parte, hay
 veces en la vida en que la intensidad emocional
 alcanza
 cotas significativas, y eso es lo que me ha ocurrido al
 ver
 a Ladislao Rodríguez Galán sujetar entre sus manos
 con
 enorme cariño la Retinette que le regaló su padre y
 que
 conserva como oro en paño, con la que empezó a hacer
 fotos
 en blanco y negro, y su padre le corregía los errores sobre
 todo de perspectiva.
 Fundamental
 también el momento en que Ladis explica que la
 diferencia
 entre un fotógrafo aficionado y uno profesional es que el
 profesional ve la foto antes de hacerla y que el
 aficionado
 la ve cuando la tiene en la mano.
 Ladis pertenece al
 muy selecto club de fotógrafos de élite a la antigua
 usanza, formado con el blanco y negro, que no usaban
 fotómetro, sino que medían por estimación conforme a
 su
 experiencia y como el mismo dice poseen un concepto
 artesanal de la fotografía y que todo lo ve a través
 de la
 cámara, incluyendo situaciones cómicas de todo tipo
 que
 capta con maestría y precisión.
 Trascendental
 también el comentario de Ladis cuando dice que los
 fotógrafos de prensa siguen siendo el alma de un
 periódico.
 Pues eso, hay veces
 en que uno ha de quitarse el sombrero. Chapeau
 Un cordial saludo,
   
  José Manuel Serrano Esparza