LA FEDERACIÓN
PROVINCIAL TAURINA CELEBRÓ SU ASAMBLEA GENERAL
En
la finca “la Cigarra”, la Federación
Provincial Taurina celebró su Asamblea General anual, y como es habitual, a
continuación de la misma, tuvo lugar el acto
de convivencia que este día dedica a las Peñas Federadas.
Hacia
las once y media de la mañana, se inició la Asamblea guardándose un minuto de
silencio por el Presidente de la Peña Taurina “La Capea” de Montilla: Antonio
Romero Requena, fallecido el pasado año. Antonio Sanz, Presidente de la
Federación, dio la bienvenida a la Asociación Cultural Taurina Carloteña, como
nueva Peña Taurina Federada, pues como sabemos, dicha Asociación, lleva poco
más de un año de andadura, pero un tiempo más que suficiente para demostrar,
con sus numerosos actos realizados, que la componen excelentes aficionados
dispuestos a luchar por la defensa y la divulgación de nuestra bella fiesta
brava, entre ellos su Presidente Manuel Rodríguez Baena.
Acto
seguido, se procedió a la preceptiva lectura del acta anterior y a la
presentación del ejercicio económico del pasado año. Entre los puntos que se
trataron destacamos la penosa situación económica en la que se encuentra, pues
el olvido de la instituciones, unido a la crisis económica han hecho que muchas
de las actividades que realizaba no se han podido llevar a cabo, entre ellas la
publicación de su revista “Córdoba Taurina”.
Por
el mismo motivo anterior, expresaba su presidente, se ha tenido que retrasar
varias veces el concurso entre jóvenes menores de dieciocho años, para
divulgación de la fiesta, pues las ayudas prometidas por las instituciones
quedaron sólo en buenas intenciones, y la solicitada a los ganaderos de bravo
ha tenido también nula respuesta. Es lamentable que nuestra Federación
Provincial Taurina, desde su fundación, como resaltaron varios de sus antiguos
componentes, siempre haya estado en precaria situación económica, pese a la
constante lucha que siempre ha tenido por el bien de la fiesta.
Terminada
la Asamblea, se ofreció a los asistentes una fiesta campera, en la que se
lidiaron varias reses, y un perol de convivencia, como viene siendo habitual,
cada año, con motivo de la citada Asamblea General, que dicho sea de paso y
redundando, de alguna manera u otra, gracias a la entrega altruista y económica
de los componentes de su Junta Directiva.