jueves, 13 de septiembre de 2018

" NO LEER LIBROS YA NO TIENE EXCUSA. VENDO LIBROS DESDE TRES EUROS." 


Ladislao Rodríguez Galán
Bajas a la plaza de la Corredera. Entras al mercado Sánchez Peña y en el local nº 23 se encuentra "La Palabrería", un punto de venta de libros de segunda mano, que acaba de cumplir cuatro años, regentado por Miguel Ángel Marzo, un joven cordobés licenciado en Humanidades y apasionado de la escritura y la lectura.
- Como se le ocurrió montar una librería en el Mercado Central junto a puestos de pescado, hortalizas y otros...?
- Tras cuatro años trabajando en Londres, en el ramo de hostelería, decidí volver a mi tierra, y en un viaje que realicé a Madrid me surgió la idea visitando el Mercado San Fernando en el barrio de Lavapiés. Y como lo pensé lo hice. Ahora en este mes de septiembre se han cumplido cuatro años desde que me instalé aquí y estoy muy contento.
- Recuerdo que antes comenzó con la originalidad de vender libros al peso..
- Efectivamente eso hacía al principio y me iba muy bien, pero hace poco he eliminado ese sistema y ahora lo que hago es vender los libros muy baratos. No leer un libro ya no tiene excusa pues tengo libros desde tres euros...
- ¿Sobre qué temas se inclinan más los clientes?
- Los libros que más se venden son los que tratan sobre arte e historia. También se venden mucho los de tema taurino.
- ¿Cuántos libros tiene en la trastienda?.
- Aproximadamente tengo unos veinte mil.
- ¿Y cuál es la joya de la corona?
- El original de "Notas cordobesas" de Ricardo de Montis, muy bien conservado, también el original de "Historia de Andalucía" de Guichot, que data del siglo XIX y los tomos de la época de cuando las Cortes redactaron en Cádiz la Constitución de 1812. También tengo textos de propaganda nazi.
- Compra libros todos los días?
- Entran más libros de los que salen. Compro los que están bien cuidados y tratan temas interesantes. Pero ofertas de compras tengo a diario.
- Quienes son sus clientes?.
- Afortunadamente muy variados. Vienen padres con sus niños y los críos eligen los libros que quieren leer. Es bueno que los niños comiencen a familiarizarse con los libros y cultiven el habito de leer. Igualmente los jóvenes son clientes asiduos y eso me alegra infinito. Leer es sano y reconfortante. Además hay que leer a cualquier edad, tengo una clienta de más de noventa años que viene todas las semanas a ver qué libros han entrado. Mucha gente dice públicamente que se lee poco...y yo les preguntaría ¿Y Ud. lee?
- Entre nosotros joven ¿Es rentable este negocio?.
- Yo estoy contento. Me gusta el trato con el público y aunque da para ir tirando, la venta de libros de tantos y diversos temas me permite tratar a infinidad de personas, incluso extranjeras, que se acercan por aquí. Tenga en cuenta que este negocio está abierto solo por la mañana y cuatro horas de diez a dos. Estoy en un enclave de lujo condicionado por el horario del mercado.

LA INQUIETANTE SOLEDAD DE LA PLAZA DE "LOS CALIFAS" 




Ladislao Rodríguez Galán
Desde que en el año 1963 comenzara la construcción de la nueva plaza de toros, acudía con asiduidad a fotografiar el avance de las obras. La primera vez que estuve, recuerdo que acababan de pintar en el suelo las delimitaciones donde debía ir la cimentación. Luego, a partir de ahí, fue cambiando la estructura hasta completar una obra que Córdoba necesitaba, pues la vetusta plaza de "Los Tejares" se había quedado pequeña ante el empuje y el tirón de un ídolo revolucionario llamado Manuel Benítez "El Cordobés". Algo así como lo que sucedió en México con "Manolete"; la plaza era pequeña para el aluvión de solicitudes de boletos, y ante la fuerza de su reclamo, levantaron la que se conoce como la Monumental de México. Y aquí están todavía las dos. Aquella con setenta y dos años y la nuestra con cincuenta y tres.



 Pero ambas caminando por sendas bien distintas. Son como dos naves; la mexicana mantiene su rumbo, con más o menos vaivenes, y la nuestra se halla al borde del naufragio más inminente. Y me da mucha pena que una obra levantada con mucha ilusión por tanta gente (propietarios, toreros, afición...), esté embarrancada por mor de las pèsimas gestiones de quienes, en un momento determinado de su historia, llevaron las riendas sin responsabilidad, sin cariño y sin atino. Por supuesto que hubo excepciones, no muchas, de empresarios con talante y categoría que supieron mantener el listón acorde con la historia taurina de la ciudad. 


Y me viene a la memoria Diodoro Canorea, como primer empresario y ejemplo a seguir. No faltará, seguro, quien esgrima la excusa de que son otros tiempos, etc, etc. Muy bien, pero los grandes empresarios, en todos los ramos, han destacado por haber sabido con su buen hacer, capear el temporal y evitar que la empresa haga aguas. Ahí está la clave entre el mediocre y el auténtico gestor.
A estas alturas, con más de medio siglo entre sus muros, hay que reconocer que "Los Califas" no ha tenido suerte. Han sido muchas temporadas echándose la pelota entre la propiedad y las diferentes empresas, a las que apenas se les exigió algo más que no fuera dinero para entregarla, y mientras la afición, atónita, veía como se desmoronaba una plaza cuya categoría y credibilidad se ha perdido totalmente en el mundo del toro. "Los Califas", aún de primera

categoría, siempre ha significado poco, pero de unos años para acá ya no significa absolutamente nada. Triunfar o fracasar no redunda ni en beneficio ni en perjuicio del torero. Da igual. Nuestra plaza está, lamentablemente y mal que nos pese, a la altura de una portátil en cualquier pueblo de España, donde se celebran uno o dos festejos en su feria y hasta el año que viene. 


Eso pasa aquí. Cuando acaba nuestra feria de mayo se monta la pantalla y comienza la temporada de cine de verano hasta los primeros días de septiembre. Un ciclo de varios meses al margen del tema taurino, que es para lo que se edificó el coso. También irrumpen, de vez en cuando, espectáculos musicales y de otra índole.
Luego, a las puertas del otoño y dos días a la semana, los capotes y muletas revolotean en manos de unos muchachos de la Escuela Taurina que pisan el albero con esperanzas de llegar a ser alguien en este complicado mundo del toro. Algo es algo, pero nos parece muy poco, más bien nada, a fuerza de ser sinceros, para una plaza que padece once meses al año una inquietante soledad. Una soledad de muerte…de muerte anunciada.