viernes, 20 de julio de 2018

"CUMBRE TAURINA" EN LA CIGARRA BAJA
MANUEL RODRÍGUEZ REQUENA RECIBIÓ LA VISITA DE UN GRUPO DE MATADORES CORDOBESES


Ladislao Rodríguez Galán
Un grupo de matadores de toros cordobeses de diferentes épocas y estilos, tuvieron la deferencia de acercarse a la finca La Cigarra Baja para saludar, y compartir, un rato cariñoso con el maestro Manuel Rodríguez Requena y su esposa Carmen Poyato. Manuel lleva afincado en nuestra ciudad más de cincuenta años, sintiéndose un cordobés mas. Admira profundamente a “Manolete”, de quien oía hablar de niño por la radio. Su amor por esta ciudad le llevó a quedarse a vivir entre nosotros y nunca se arrepintió de ello porque a cambio ha recibido el cariño, respeto y afecto de todos los que le han tratado. Manuel es de esas personas que apenas cruzas unas palabras con él te das cuenta que estás charlando con un hombre especial, inteligente y cariñoso. 



Yo, en un libro que publiqué sobre personajes cordobeses, le definí como Califa de la Amistad y sinceramente creo que me quedé corto. Manuel es mucho más: es un corazón abierto a todo el que lo necesita. Es, simplemente, lo que denominamos aquí, en Córdoba, BUENA GENTE.
Pues bien, aprovechando que las noches en este mes de Julio son deliciosas, los matadores de toros José María Montilla, Manuel Cano "El Pireo", Agustín Castellano "El Puri", Fernando Sacromonte y Rafael González "Chiquilín" acompañados de los aficionados Rafael Rodríguez y Manuel Cano, un servidor, y las damas Carmen Poyatos, Manoli Rodríguez, María José Alcaide y Ana Segado, compartimos unas horas inolvidables. 

Fue una gratísima reunión donde reinó el buen humor y el cariño hacia Manuel Rodríguez que está en el umbral de un nuevo aniversario de su alternativa, pues como saben, el 5 de septiembre de 1965, Dámaso Gómez Le hizo doctor en tauromaquia en la plaza de toros de San Feliú de Guixols,
actuando como testigo Amadeo Dos Anjos, lidiando toros de Javier Solís de Casablanca.


Queda algo más de un mes para esa efemérides, pero al estar por medio el mes de Agosto ( con la desbandada que suponen las vacaciones) se decidió adelantar la visita.
Y bien que se acertó, porque estamos en una ciudad en la que la temporada taurina termina cuando lo hace el último festejo de la pírrica feria de Mayo. A partir de ese momento la plaza de toros queda para espectáculos que nada tienen que ver con el mundo de los toros, pero que a cambio, rentabilizan un coso que permanece cerrado demasiado tiempo. Por eso, estas reuniones taurinas a la luz de las estrellas son muy edificantes y nos consuelan sobre manera a los que echamos de menos la actividad taurina en "Los Califas".
Estas visitas a grandes toreros son de una felicidad absoluta. Disfrutamos sobremanera contando y oyendo anécdotas de profesionales que lucharon para conseguir hacerse de un sitio en una profesión durísima, como la que contó el maestro Manuel Rodríguez: "En aquella época, los chavales que queríamos ser toreros y andábamos de acá para allá de ganadería en ganadería, pasábamos mucha hambre. El día que comíamos era como si nos tocara la lotería. Recuerdo que una mañana que cruzaba el puente de hierro de Lora camino de “La Cascajosa” para asistir a un tentadero, me agarré a una camioneta y el conductor, al verme, me permitió subir detrás. Estaba lleno de perros que comenzaron a ladrarme. Los pude apaciguar acariciándolos y demostrándoles que no les tenía miedo. Cuando ya estaban tranquilos, me fijé que había una caja enorme. La abrí y estaba llena de polvorones, chorizos, quesos, pan de higo…Es la primera vez en mi vida que me harté de polvorones. Rápidamente me metí todo lo que pude en la camisa y me bajé. Esperé en una sombra a los compañeros que venían andando y ese día comimos todos".
En resumen una velada de la que te dan ganas de repetir por lo amena e interesante. Y sobre todo por permitirnos a los
aficionados reunirnos para compartir y disfrutar unos momentos entrañables con personas muy queridas. Gracias.-







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