Comprendo y respeto la opinión de las personas que, desde una sincera defensa del bienestar de los animales, no están de acuerdo educadamente con los espectáculos taurinos. Pero ni comprendo ni respeto la opinión de personas que, desde un posicionamiento ideológico enarbolan la bandera de un antitaurinismo irracional y feroz.
Desde siempre ha estado abierto el debate: toros sí, o toros no; incluso estuvieron prohibidos durante un tiempo. Pero un alto porcentaje de los antitaurinos de ahora, lo son por antiespañoles. Desprecian los toros porque ignoran la historia y la cultura que nos une como ciudadanos pertenecientes a España, la nación mas antigua de Europa.
En un proceso de desmembración geopolítica, como el que pretenden esos antipatriotas, desdeñar lo común, lo que nos une, se convierte en un elemento estratégico fundamental para ellos. Por tanto prohibir los espectáculos taurinos es en un objetivo fundamental para estos ignorantes.
El mundo del arte y la cultura en España siempre ha estado impregnado por las fiestas con toros, y a lo largo de varios artículos voy a tratar de acreditar esta vinculación. Hoy toca LA POESIA:
Desde el antiguo Romancero Castellano, y sobre todo a partir del S.XVI, las innegables cualidades estéticas de la fiesta nacional han provocado a nuestros poetas una estimulante inspiración. Así vemos como en el "Romance de una Enamorada", "Los Mozos de Monleón" o "Romance de Gazul", y en "A la Fiesta de los Toros en los Molares" de Baltasar de Alcázar, los toros aparecen como motivo singular para su narrativa.
Ya metidos en el S.XVll los tres grandes poetas de nuestras letras: Lope de Vega, Góngora y Quevedo encuentran en los toros motivos sobrados de inspiración para su obra.
Lope en sus versos sobre "Fiestas en las Bodas de Lido, Rey de Andalucía, con Clorinarda, hija del Rey de Fez", escribe: <Furioso un toro de la puerta arranca bajando el cuello y erizando el cerro, hecho remiendos de la frente al anca, temido por feroz desde su encierro…>
Góngora en su obra "De unas fiestas en Valladolid", escribe: 《La plaza un jardín fresco, los tablados un encañado de diversas flores, los toros doce tigres matadores a lanza y a rejón despedazados…>
Y Quevedo en su "Fiesta de Toros con Rejones al Príncipe de Gales, día en que llovió mucho", dice:
<Toros valientes vi yo, entre los que conocí, pasados por agua, sí; pasados por hierro, no…>
Innumerables poetas de los siglos XVll y XVlll, siguieron los pasos de los grandes, recurriendo a los toros en sus obras.
En el S.XlX desde Juan Bautista Arriaza hasta Rubén Darío, pasando por Zorrilla o José Velarde, también encuentran en los toros fuente de inspiración. Sirvan como ejemplo estos versos del Duque de Rivas de su poema "Los Toros". <Vese en medio de la arena, furia y humo respirando, los ojos como dos brasas, los cuernos ensangrentados…>
O de Rubén Darío en su obra "Gesta del Coso": <Prepara empuje, cuernos y pellejo; ha llegado tu turno. Ira salvaje, banderillas y picas que te acosan, aplausos al verdugo; al fin, la muerte>
Ya en el S.XX la mayoría de los miembros de la "Generación del 27", desde su admiración por Góngora continuaron la afición a los toros del gran poeta cordobés, que por cierto le trajo problemas, al censurarle el Obispo su asistencia a corridas de toros en la cordobesa Plaza de la Corredera.
Desde el precursor Juan Ramón Jiménez al postgeneracional Miguel Hernández, pasando por García Lorca, Gerardo Diego -el mas aficionado de todos-, Rafael Alberti o incluso el abstracto Jorge Guillen, encuentran en los espectáculos taurinos cantidad de recursos literarios para construir su hermosa poesía.
Dejando, por muy conocida la obra de Lorca, sirvan como ejemplos mas originales: De Juan Ramón y de su libro "Elegías (1907-1908)", en el que evoca recuerdos de niñez: <¡Jardín cerrado, en donde un pájaro cantaba por el verdor teñido de melodiosos oros; brisa suave y fresca, en la que me llegaba la música lejana de la plaza de toros!>
Alberti, desde México, escribe también como Lorca una Elegía por la muerte de Sánchez Mejías, y dice: <Verte y no verte, yo, lejos navegando, tu por la muerte.>
De Gerardo Diego y de su poesía dedicada a toreros coetáneos, destaco estos hermosos versos: <Es mas azul el cielo para las golondrinas, desde que juega al toro Manolo Bienvenida>
De Miguel Hernández, muy aficionado a los toros, y al que intentó salvarle la vida su buen amigo y principal erudito taurino José María de Cossío, selecciono estos conocidos y tremendos versos: <Como el toro he nacido para el luto y el dolor, como el toro estoy marcado por un hierro infernal en el costado y por varón en la ingle con un fruto>
Y como muestra del siglo actual, basta con reflexionar sobre la poesía y "Manolete", del que cuando escribo este artículo se cumplen 100 años de su nacimiento, a través de la "Antología Parnaso Manoletista" de Fernando del Arco de Izco, de 2006, y en la que incorpora ochocientos poemas dedicados al gran torero, y que según el autor es el personaje histórico, después de Jesucristo, que ha suscitado mas poesía.
Esos antitaurinos, por antiespañoles, que tratan de engañarnos diciendo que son de izquierdas, no van mas allá de ser una falsa progresía, que utilizan como instrumento para convencer a una ignorante población desesperada por una crisis, mas cultural que económica. A ellos, componentes de esa desdichada "pseudoprogresía", les recuerdo a grandes poetas como Federico García Lorca, Rafael Alberti y Miguel Hernández, que si eran de izquierdas y aficionados a nuestra hermosa Fiesta Nacional.
Córdoba julio 2017 Antonio Portillo
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